La innovación es uno de los motores más determinantes para mantener la competitividad en el sector hortofrutícola. El concepto se popularizó a partir del trabajo de C. Christensen, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, quien en su libro El dilema del innovador explicó cómo las empresas consolidadas suelen enfrentarse a grandes barreras a la hora de innovar.
Estas organizaciones, ya maduras y con un volumen importante de negocio, suelen ser muy eficaces incorporando innovaciones incrementales, es decir, mejoras pequeñas y continuas en sus productos o procesos. Sin embargo, este mismo enfoque les dificulta anticiparse a las innovaciones radicales, que suelen surgir de empresas más pequeñas y dinámicas capaces de transformar completamente un mercado.
Qué es la innovación incremental en horticultura
Las empresas asentadas en el sector destacan por mejorar sus productos existentes mediante:
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Nuevos diseños y envases
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Mayor capacidad o funcionalidades
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Nuevas aplicaciones de un mismo producto
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Optimización de procesos productivos
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Mejores controles de calidad
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Incorporación de tecnologías postcosecha ya conocidas
Estas mejoras incrementales permiten mantener o aumentar precios y ventas, pero son fácilmente imitables. En pocos años se convierten en estándares del mercado hortofrutícola.
Ejemplos comunes incluyen mejoras en la aplicación de fitosanitarios, uso más avanzado de control biológico, o envases que protegen mejor la fruta durante el transporte.
Este tipo de mejoras forman parte de las estrategias habituales que analizamos en profundidad dentro de nuestros servicios de consultoría.
Qué es la innovación radical y por qué transforma el sector
La innovación radical surge cuando una nueva tecnología ofrece un producto con características similares —o ligeramente inferiores— a un coste drásticamente menor, cambiando las reglas del juego.
Estos avances pueden desplazar a competidores consolidados o reducir significativamente su cuota de mercado.
Un ejemplo clásico fuera del sector es la irrupción del formato MP3 frente a las mejoras en los equipos de CD.
En horticultura, las innovaciones radicales han llegado principalmente desde dos vías:
1. Mejora genética
Es el mayor motor transformador del sector. Algunos ejemplos:
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Piñas “supersweet” de Del Monte, variedades con alto contenido de azúcares estable durante todo el año.
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El fuerte crecimiento del mercado de moras y frambuesas en EE. UU. (10–20% anual) gracias a variedades con mejor vida útil y mejores características poscosecha.
Estas innovaciones cambiaron completamente las reglas del mercado, impulsando el consumo y ampliando ventanas comerciales.
2. Nuevas tecnologías de transporte y conservación
Algunas innovaciones no relacionadas con genética también han sido radicales:
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La llegada de la atmósfera controlada (CA) para el transporte marítimo desde orígenes lejanos como Chile.
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Avances que permitieron mover fruta sensible a largas distancias manteniendo su calidad.
Este tipo de tecnologías aún hoy marcan diferencias significativas entre comercializadores.
Puedes ver ejemplos reales de cómo estas innovaciones impactan en la cadena productiva en nuestros casos de éxito.
Por qué las empresas deben vigilar la innovación radical
Una empresa hortofrutícola no puede basarse únicamente en mejoras incrementales si quiere mantener su posición en el mercado.
Debe, como mínimo, estar atenta a las innovaciones radicales que pueden redefinir el sector, y siempre que sea posible, participar en su desarrollo.
Aquellas empresas capaces de anticiparse y adoptar estas innovaciones suelen obtener ventajas sólidas y sostenidas, algo que forma parte de nuestros procesos de asesoramiento en FruitProfits.
